Artículo de Heraldo sobre el Whatsapp



Nuevas tecnologías

Demasiado pendientes del Whatsapp

Acostumbrados a vivir siempre conectados, el teléfono móvil, con sus aplicaciones de mensajería instantánea, se ha convertido en aliado perfecto
de jóvenes y adolescentes. Sin embargo, a menudo, el interés se convierte en obsesión, les distrae en exceso y repercute en sus estudios y en su vida.

■ Ellos mismos lo reconocen: viven demasiado pendientes del Whatsapp. Y eso merma su capacidad de concentración, de reflexión y repercute de manera negativa en su rendimiento escolar. «Yo, antes, dibujaba. Pero, ahora, lo he dejado. En vez de dibujar, me pongo con el Whatsapp», explica Cecilia, estudiante de 1º de bachillerato. «A mí –continúa–, me ha causado tal dependencia que mis padres me han quitado el teléfono móvil y solo me lo dejan el fin de semana. Y es que estaba con los deberes y el con Whatsapp a la vez, y, claro, no me enteraba bien de lo que hacía; estudiaba deprisa y corriendo, pendiente del móvil... y he bajado bastante en las notas». Claudia, compañera de clase, asiente rotunda e insistente con la cabeza y puntualiza:«Si escucho la musiquita o siento que el teléfono vibra... me entra la tentación... ¡no lo puedo evitar!».«Además –añade Blanca–, no te creas, no hablamos de nada interesante; la mayoría de las veces nos contamos tontadas, pero la cuestión es estar hablando y con el teléfono en la mano». Noemí se suma a la conversación y puntualiza que la dependencia no se la crea el Whatsapp, sino «los amigos, saber qué están haciendo constantemente. Sin el Whatsapp nos sentimos incomunicados». «Sí, sí –corrobora Elena– para nosotras es algo totalmente social. Estás todo el rato sabiendo cosas de la vida de los demás y ellos de la nuestra. El Whatsapp nos abre puertas, nos ayuda a hacer amigos. Como no tienes a nadie delante, te da menos vergüenza hablar... aunque, a veces, dices cosas de las que luego te arrepientes». «Si no fuera por el Whatsapp –dice Berta– hay compañeros de clase con los que yo, hoy, no hablaría, no los conocería...».


 «Estar constantemente
pendientes del teléfono
móvil genera ansiedad y
puede provocar adicción
entre los adolescentes»

No hay duda, el Whatsapp, una aplicación de mensajería instantánea y gratuita para teléfonos móviles, creada en 2009, se ha convertido en una de las distracciones preferidas de millones de adolescentes. Sin embargo, esa distracción, como explica Juan Antonio Planas, presidente de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía, provoca serios daños colaterales, sobre todo, «cuando están concentrados estudiando». «El estar constantemente pendientes del teléfono, del pitidito
que pone en alerta su curiosidad, genera ansiedad y adicción. Y si están continuamente revisando los mensajes –alguna alumna nos ha confesado que podía recibir más de 1.000 mensajes al día– se desconcentran».«Durante los últimos años, venimos observando en
los colegios –argumenta Planas– que los chavales tienen menor capacidad de atención, de esfuerzo, que descuidan el estudio, y, en este sentido, eso es muy negativo. También hemos notado que, a la hora de profundizar en una explicación, de tener criterio propio, no
están acostumbrados, porque esa reflexión previa necesaria, no la han hecho». Planas, como en todo, defiende el uso moderado del Whatsapp, ya que «esa necesidad constante de estar comunicados con sus amigos es consustancial a la propia adolescencia», pero, si se abusa, si se vuelve obsesiva «genera serios problemas de atención y está afectando a las relaciones interpersonales.No es lo mismo una relación directa, tú a tú, que a través de la pantallita del móvil». Esa excesiva comunicación virtual es, precisamente, la causa –arguye Planas– de que «muchos adolescentes no sepan interpretar los mensajes faciales: ‘no quiero estar contigo’, ‘eso no me gusta’. Incluso casos de violencia de género, se producen cuando los chicos no aceptan un ‘no’ por respuesta, porque desconocen el lenguaje no verbal». Nuestros adolescentes están demasiado activados. «Su cerebro –asegura el psicopedagogo– tiene que descansar. Esa excitación constante repercute en sus cerebros y en su personalidad. Influye en el sueño, por ejemplo, y se están registrando más casos de hiperactividad que nunca». La psicóloga Laura Couto compara esa dependencia actual del Whatsapp «con la necesidad que teníamos nosotros, antes, de quedar con nuestros amigos a diario, al salir
de clase, en un bar, en el parque...
 «Prohibir no sirve de nada.
Tenemos que dar ejemplo y
enseñar a nuestros hijos a hacer
un uso responsable de las
nuevas tecnologías»

Es lo mismo, pero, ahora, los chicos lo pueden hacer desde sus casas, las 24 horas del día. El Whatsapp se impone a las relaciones personales». Sin embargo, Couto es optimista y cree que en un futuro, no muy lejano, «volveremos a lo de siempre: necesitaremos vernos, escucharnos a través del teléfono..., en definitiva, a tener más contacto físico». Tanto Planas como Couto desaconsejan la prohibición, pero sí recomiendan a los padres estar muy pendientes de cómo utilizan sus hijos las nuevas tecnologías, en general, y abogan por un uso responsable. Desde su perspectiva de ‘coach’ –entrenadora emocional– y madre, Conchita Casales se muestra rotunda al afirmar que «nos encontramos ante una nueva adicción entre los jóvenes, que plantea un problema de autoridad moral, ya que los propios padres también están ‘enganchados’ al Whatsapp. Si una persona tiene problemas, por ejemplo, con el tabaco existe una motivación para que deje de fumar: su salud; pero, ¿qué argumentos podemos dar a un adolescente para que no abuse del Whatsapp? Nos encontramos ante un reto muy complejo. Vinculada al ámbito juvenil y deportivo, Casales afirma que cuando a un adolescente, que hace un uso abusivo del móvil, intentas quitárselo «se produce una respuesta irascible, inmediata, muy similar a la reacción que provoca el ‘síndrome de abstinencia’». Por eso, sugiere que es muy importante «programar actividades en las que no tengan cabida el teléfono, para que aprendan a disfrutar de lo que hacen en ese momento, sin estar pendientes de esa satisfacción inmediata que les produce recibir y tener que contestar, rápidamente, un Whatsapp».

¿APLICACIÓN EDUCATIVA?
El debate está abierto. Y algunos docentes ya han comenzado a utilizar el Whatsapp como una herramienta de comunicación dentro del propio contexto educativo. Una herramienta que sirva a los alumnos para planificarse, crear grupos de trabajo, generar opinión y, sobre todo, que les enseñe que un teléfono móvil también se puede utilizar con otra finalidad diferente: para aprender.

¿Te apetece pensar?

¿INVENTOS DESASTROSOS? Todo invento ha tenido usos beneficiosos y alguno que otro bastante desastroso. Piensa ejemplos.¿Pasa lo mismo con el móvil y el Whatsapp? Frankenstein buscaba amigos... pero la cosa terminó fatal. Ya sabes, teléfono inteligente no significa inteligente con teléfono.

DEBATIR DESDE LO ABSURDO. Busca en internet vídeos que muestren la parte más absurda del ‘whatsappeo’. Puedes utilizarlos como argumento para debatir en clase sobre la necesidad que todos tenemos de amistad, de formar parte de un grupo, de ser aceptados socialmente... El psicólogo Abraham Maslow planteó una jerarquía de las necesidades humanas. Aquí las tienes en un instructivo gráfico:
http://competenciasdirectivas.files.wordpress.com/2011/02/piramide-demaslow.
jpg
 
TAMBIÉN ELLOS FUERON JÓVENES. ¿Cómo quedaban tus abuelos y tus padres con sus amigos cuando eran jóvenes? ¿Cómo se contaban eso ‘tan urgente’, si no tenían móviles y muchísimo menos Whatsapp? ¿Cuáles eran sus conflictos familiares? ¿En qué se parecen a los tuyos? Habla con ellos... te sorprenderán.

¿PROBLEMAS CON EL WHATSAPP? Inventa títulos de películas que expresen conflictos que tienes en casa o en la escuela porque estás todo el día mandando whatsapps. Por ejemplo: ‘Memorias de un móvil adolescente’, ‘Atrapado en el aburrimiento’, ‘El ladrón del tiempo’... Ahora, añádeles una música de terror, de espías, romántica... ¿Verdad que cambian? Es que, según el medio con el que se transmiten las cosas, el mensaje es diferente.

CONDUCE TU VIDA.
Nuestro comportamiento es el resultado final de la lucha entre nuestros deseos a corto y largo plazo. Los griegos de la Antigüedad decían que cada uno de nosotros es como un auriga, de cuya carroza tiran dos caballos: uno blanco (la razón) y otro negro (la pasión). Como personas, debemos procurar que no se desboquen. ¿Cómo conduces tu vida: a corto o a largo plazo? ¿Has pensado a dónde te lleva estar todo el día ‘colgado’ del Whatsapp?
Mª CARMEN GASCÓN BAQUERO 

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